Mediación familiar

El conflicto es inherente a las relaciones humanas, también a la familia. A veces pequeños problemas que no se abordaron adecuadamente terminan agrandándose hasta volverse inmanejables. Antes de que el conflicto se escape de las manos, la mediación permite detener su escalada. Es mejor prevenir que curar.
La mediación es un proceso que ayuda a que las personas puedan resolver por sí mismas, con la ayuda de un mediador imparcial y neutral, los conflictos que dificultan la convivencia. Es más que una técnica, pues no sólo busca una solución al problema, sino que también ayuda a desbloquear sentimientos y emociones. Comprender las necesidades y ponerse en el lugar del otro favorece, entre otras cosas, asumir de común acuerdo responsabilidades familiares y evitan un mayor deterioro en la relación de la pareja.
La mediación también es un proceso eficaz ante problemas intergeneracionales entre padres e hijos o entre los distintos miembros del sistema familiar, como abuelos y padres.
En caso de divorcio o separación, la mediación favorece el diálogo para que lleguéis a acuerdos por vosotros mismos relativos a todo a lo que afecta a vuestros hijos: relación y comunicación, su guarda y custodia, pensión de alimentos, reparto de los bienes comunes, etc. Con ello se logra humanizar y desjudicializar una situación dolorosa tanto para padres como para hijos.
Redactando entre vosotros, con la ayuda profesional, un acuerdo, respetuoso con la ley vigente, decidiréis cómo queréis seguir siendo padres.
Las ventajas de la mediación son múltiples: ayuda a crear lazos de unión, favorece la toma de decisiones, disminuye el coste económico y emocional de un divorcio, previene posibles respuestas negativas de los hijos posteriores a una separación o divorcio, ayuda a explicarles la realidad que están viviendo sus padres y facilita llegar a acuerdos beneficiosos para toda la familia.

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